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> ¡ ig j $ l 1 4 q 5 IM co BE ca la mayor devocion y recogimiento, recibiendo su alma singular consuelo y alegría; aquellas pare- des pobres, aquella fábrica humilde, le parecia un paraíso, y sus habitadores unos ángeles, Sentía en el trato y conversacion con los religiosos mucho aprovechamiento en el espiritu; y notando los Padres su fervor, junto con el lleno de virtudes que resplandecian en él, le permitian ir al Coro con su buen compañero y seguir á la comunidad en sus santos ejercicios. > iS 3. Con esta licencia y la de su tio, se retiraba siempre que se lo permitian las tareas de su estu- dio á vivir entre los Capuchinos. Aquí tenia sus delicias todas y el colmo de su fervoroso espíritu. Se levantaba á Maitines á media noche, asistia á todas las horas canónicas, se desciplinaba, ayuna- ba, guardaba el silencio, oraba con los religiosos, siguiendo el rigor de su vida; pero con tanto fer- vor, que tenia admirados y edificados á todos aque- Mos Padres, viéndose excedidos, aun los más ade- lantados, de un jóven tierno y que empezaba en- tonces los ejercicios ásperos de la vida Capuchina. Estaba tan gozoso cuando vivia entre los Padres, que, siendo preciso apartarse de ellos para volver — á su casa, no podia hacerlo sin derramar muchas lágrimas, dejando allí su corazon bien repartido. Ulti ente, no pudiendo sufrir la violencia del siglo, rompió sus lazos, aunque le tenian muy poco aprisionado, y echándose á los piés del Provincial, junto con su fiel compañero, pidió humildísima- mente los admitiesen al hábito. Era Provincial de aquella santa Provincia el Padre Fr. Lorenzo de e ES.

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