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e e era afligir al enfermo, retroceder, era faltar á la obediencia; queria apartarse á desahogar el áni- mo, y no acertaba á hacerlo, por no volver la es- palda al venerable enfermo: tampoco tenia pala- bras con que poder explicarse: últimamente re- cobrado un poco y echando la mano del disimulo, Hegó á la cama, y oyó de penitencia, absolviendo al siervo de Dios, que con copiosas lágrimas acre- ditaba pecados donde solo habia virtudes. 10. Para noretardar este solemne y sagrado ac- to de dar el Viáticoal enfermo y que no se-hiciese público (dispuestas todas las cosas y conseguidas las licencias), dijo Misa el padre Fr. Gerónimo en el oratorio y despues le llevó el Augustísimo Sacramento y se le administró en forma de Viá- tico, disponiéndose el siervo de Dios, para reci- birle con todo aquel lleno de afectos y devocion, que le era connatural: ni puede explicar la pluma el espíritu abrasado y divinos ardores con que re- cibió la última vez á su dulcísimo Dios sacramen- tado; pero puede colegirse de la gran devocion y ternura con que celebraba el santo Sacrificio de la Misa. Fué grande el concurso de la nobleza que asistió con luces á este sagrado acto; pues aunque se procuró ocultar, luego (sin saber como) se hizo - público en la córte; y apresuradamente movi- dos de un superior impulso, vinieron al palacio del marqués de Villafranca, para asistirá esta funcion sagrada, llevados unos de la política y razon de Estado, por ser embajador el enfermo y otros por la gran devocion que le tenian. Era digno de admira- cion, ver al siervo de Dios entre tantos dolores y

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