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> 9. Amaneció el dia veinte y dos de Julio, dia de Santa María Magdalena; feliz y dichoso para el varon santo, en que se habia de coronar de gloria, y funesto, y triste para los suyos, porque per- dian en él, padre, director, maestro, consuelo y guia; y en fin, faltaba de la tierra un santo. Entró por la mañana á verle su confesor el padre Fr. Juan María y recibiéndole con rostro alegre y placentero, le dijo el varon santo: «Padre muy «amado, sabed que hoy es mi dia: dia de mi naci- «miento y dia tambien de mi muerte. En este dia «nací al mundo para penas y trabajos; y en este «dia. dejando al mundo sus penas y trabajos, ten- «go firmísima esperanza de nacer á Dios, para «vivir con él eternamente. En este dia mas que en «otro necesito de vuestra ayuda y socorro. Mis «fuerzas me faltan; suplid vos este defecto. Una «sola cosa os pido y encargo mucho; y es, que «en la hora de mi agonía, repilais muchas ve- «ces los dulcísimos nombres de Jesús y de Ma- «ría. Muero con la confianza, que el Señor se «ha de compadecer de este pobre pecador; y que «mediante su misericordia, le tengo de ver por «una eternidad en la gloria. Yo os doy mi pala- «bra, de no olvidaros en la presencia de Dios.Y «ahora disponed lo necesario para que yo reciba «el Santo Viático, pues hoy al ocaso del sol ha de «ser tambien el ocaso de mi vida, y ahora os supli- «co me oigais de confesion.» Al oir estas palabras, quedó como fuera de sí el P. Fray José María y derramando copiosisimas lágrimas, sin poderlas contener, no sabia qué hacerse. Llegar llorando ; Ala

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