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— 406— de tan amoroso padre, que impedida con los sollo- zos mismos la voz, no pudieron responderle pala- bra alguna. 8. Despues de un breve rato y recobradas un poco las fuerzas, continuó diciendo: «Considero, «hijos mios muy amados, vuestro justo sentimien- «lo en mi muerte y que quedais solos en reinos ex- «traños y distantes de vuestra patria y sin abrigo «humano, expuestos á muchos trabajos y necesida- «des; pero confiad en la Providencia divina y yo os «doy mi palabra, que no os faltará en premio de «tanto bien como habeis hecho con este pobre «pecador. Tambien os encargo, que despues de «mi muerte, tomeis esta cruz, que traigo con- «migo y me la dió el señor duque de Bavie- «ra, con la condicion precisa, que despues se la «restituya, para colocarla en la iglesia de las «madres capuchinas de Brindis entre las demás . «reliquias que su Alteza ha puesto allí, Decid esto «á nuestro General; y con su obediencia y bendi- «cion llevadla, guardándola con mucha diligencia, «hasta que sea colocada en dicho convento.» Aca- bado este razonamiento, se volvió al P. Fr. Geróni- mo de Casalbono y le ordenó, que suplicase al pa- dre General, que diese licencia al P. Fr. Juan Ma- ría de Monteforte, para ir á Baviera á decir á aquel principe serenísimo, varias cosas de suma impor- tancia que le comunicaria: y quedándose solo con el padre Fr. Juan María, que era su confesor, le impuso en cuanto habia de decir secretamente al duque de Baviera de su parte, qne sin duda serisn asuntos gravísimos.

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