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Na «instrucciones de amor: usa de las criaturas como «de espejos, y en todo lo que mira, halla memo- «rias y vestigios de lo que ama: considera todas «las cosas que ha producido, y el fin con que las «ha producido; y en ellas se le ofrece igualmente «admirable que amable.» ; 2. Instruido en esta admirable doctrina, alaba- ba al Señor en sus obras, despreciando todo faus- to y vanidad, pudiendo decirse de él, que, aunque el santo entró en Venecia, Venecia no entró en el santo. Solo el culto divino, las Iglesias y personas religiosas le merecian la atencion. Ya habia mu- cho tiempo, que el seráfico Instituto Capuchino, entre todos los de la Iglesia santa, le parecia el mas proporcionado para servir á Dios y salvar su alma. Veía en sus profesores el desprecio del mun- do, la mas rígida penitencia, la pobreza altísima, el ardiente celo de la salvacion de las almas, la oracion contínua, y últimamente el ejemplo mas vivo de una perfeccion heróica. Habia comunica- do con su tio la inclinacion ó vocacion que tenia á los Capuchinos; y aprobando este su dictámen, le daba licencia para que tratase familiarmente con aquellos Padres, de cuyo trato sacaba no pocos medros para su espiritu. Iba frecuentemente á los Capuchinos que llaman del Redentor, acompa- ñado de. aquel ejemplar jóven, de quien hemos hablado antes (1), que tambien tomó el hábito con él, y se llamó Fr. Andrés de Venecia, y fué sacer- dote de no vulgar santidad. Asistia á la iglesia con (1) Cap. Ln. 15 y 16. deere, SATA A : e Es a, y - pS HA y Li E E ES $ / 93 : A EN ió AA TE
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