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- Mi sabia de cierto, que no le aprovechaban, solo por obedecer y ofrecer este sacrificio á Dios, mortifi- cando su gusto. Al rey y á las personas reales se des daba cuenta todos los dias del estado de la en- fermedad; y además de esto los médicos le informa- ban al rey personalmente de todo lo ocurrido. Des- de este dia quince se fué agravando mas y mas la enfermedad y faltando sensiblemente las fuerzas; y para endulzar la amargura de su mal, pedia á sus compañeros, le leyesen algunos ratos con -mucha pausa la pasion de S. Juan y otros li- bros sagrados, en que hallaba singular consue- lo derramando tiernísimas lágrimas y haciéndolas derramar á los presentes. Lo demás del tiempo lo pasaba como extático y en profunda contempla- cion. Ya sabian los compañeros, cuando le habian de dejar solo y se retiraban, aunque sin perderle “de vista. Además de los dos excelentísimos enfer- . meros D. Pedro de Toledo y su hijo D. Garcia, se convidaron tambien con emulacion santa D. Bal- tasar de Zúñiga y el conde Malvezi, los que tam- bien le asistian y acompañaban todo el tiempo, que sus ocupaciones se le permitian; confesando, que solo de ver al varon santo, sentian en sus almas un gran consuelo espiritual. 6. Tenia siempre su corazon ocupado en la dul- ce tarea del amor divino, sin que las penalidades dela enfermedad fuesen parte, para embarazarle en tan santo empleo. Veíanle muchas veces incor- -porado en la cama, puestos en elevacion los ojos, cruzados sobre el pecho los brazos y en una sus- pension de sentidos tan profunda, que les diera

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