BCCPAM000527-5-29000000000000

cd sobre aquel pobre lecho todo extático y absorto. Pero cuando recibia la comunion, que como se ha dicho, era todos los dias, se veia su rostro tan en- cendido y su débil naturaleza tan vigorosa, que se calentaba en todos la esperanza de su vida, y se comunicaban sin duda al cuerpo algunos espíritus desde el alma. Cuando mas afligido se veia de los dolores, solia consolar su pena con decir: Jesús mio, espero en vuestra piedad, que me habeis de reci- bir estas congojas. Cada dia se aumentaba mas el concurso de la nobleza á visitar al varon santo, y pedirle su bendicion, aunque á costa de un insu- frible martirio, que agotaba todo su espíritu al llanto, sintiendo aquella excesiva veneracion. 5. Continuaban los médicos en su puntual asis- tencia, segun las órdenes del rey y aun no se per- suadian, gobernados por las reglas del arte, que el varon santo se moria; no obstante su aseveracion, que sentia lo contrario. Ya se contaban quince dias de su enfermedad, que eran otros tantos de un prolongado martirio, sin que de dia, ni de no- che aflojase el rigor de los dolores; pero los llevaba con tal resignacion, que aun en el semblante no lo manifestaba, ni se veian en él aquellas imperti- nencias, que son tan propias de un doliente, ni menos el desapacible ceño, que aun en los mas sufridos, á cada paso se encuentra. Mantuvo siem- pre una gran serenidad en el rostro y una tranqui- lidad tan apacible, que al parecer desmentia lo grave de su dolencia. Tomaba sin repugnancia al- guna las medicinas que ordenaban los facultati- vos, por mas desapacibles que fuesen, aunque

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz