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6 hecho con otros (1); pero el celo y devoción del ex- celentísimo Sr. D. Pedro de Toledo, no lo permitió; esmerándose tanto en su asistencia, que no se apartaba un instante de su cabecera, sino para el preciso descanso y cumplir con sus obligaciones y entonces substituia su hijo el duque de Fernan- dina D. García de Toledo. Y no halla bastantes hi- pérboles la pluma, para expresar la solicitud con que cuidaban del enfermo, siendo de suma edifi- cacion y ejemplo á toda la córte, ver á estos dos grandes señores dedicados á la asistencia de un pobre capuchino, cuyo favor tiene y tendrá siem- pre toda la Orden para el agradecimiento y pedirá Dios por tan ilustres bienhechores y por todos sus descendientes. Este es el fruto de la piedad y de- vocion. 4. Crecian los dolores y crecian tambien los méritos de su paciencia y resignacion. No habia angustia, que le pudiese apartar de Dios, con quien estaba íntimamente unido en vínculos de gracia y de caridad. Deseaba verse desatadoy libre para estar con Cristo; pero la muerte sue- le llegar perezosa al que la aguarda, tanto como veloz al que no la espera. Entre tantos dolores, y penas no se le oia queja alguna; y solo levan- tando los ojos al cielo y respirando fuego de amor, solia decir algunas veces: ¡Oh amorosísimo Jesús, seas para siempre bendito y alabado! Otras veces decia: Reina de los ángeles y de los hombres, ben- dita y alabada seas ahora y para siempre. Estaba LD) Aun no habian fundado los capuchinos en Lisboa.

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