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is aquí este autor y hasta aquí lo sumo del aprecio, que de las personas reales se mereció nuestro Brindis. 11. Faltaban pocos dias de vida al varon santo y teniendo sin duda esto presente, procuró dar fin á su embajada, para retirarse á morir con mas so- siego. En breve tiempo tuvo cinco diferentes ay- diencias; pues como estaban abiertas y francas las puertas de palacio para el siervo de Dios, hasta lo mas retirado del gabinete del rey, entraba cuando le era oportuno, sin el menor embarazo. En estas audiencias descubrió á Su Magestad con aquella energía y eficacia, de que le habia dotado el cielo; las calamidades, desórdenes, inquietud y descon- suelo, en que quedaba el reino de Nápoles, espe- rando próximo y oportuno remedio de su real justi- ficacion y que él correspondiendo á la obligacion de su oficio y conocimiento, sele pedia postradoá sus reales piés. «Negocio es este, Señor, (decia) que «no mira á sola la posision y seguridad de aquella «opulenta corona: lo quees mas y mas digno de la «atencion de monarca tan religioso, se ordena á «la salud de las almas y á la gloria de Dios.» Con- cluyó el santo y el rey movido de sus informes, le dió palabra de poner oportuno remedio con la mayor brevedad. Y aunque antes de perfeccio- narse la embajada, se acabó la vida de su Minis- tro, consiguió por él la causa pública todo lo que podia con conducir á su entera seguridad; debién- dose toda la felicidad de aquel reino á la gran pru- dencia y santidad de nuestro Brindis, cuya memo- ria vivirá siempre gloriosa en los Anales de Sicilia. si

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