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cor bendicion del siervo de Dios postrado á sus piés y lo mismo hacia su hijo D. Garcia, duque de Fer- nandina; y por la noche antes de recogerse, repe- tia esta misma diligencia. No pocas veces le ayu- daba á Misa su excelencia con la mayor ternura y devocion, no obstante lo mucho que tardaba en ella; y cuando su excelencia no podia, lo hacia el duque de Fernandina su hijo. Aquellos ratos que podia su excelencia sin incomodar al santo varon, los empleaba en comunicar secretamente con él las cosas de su conciencia y negocios de sus Es. tados, hallando siempre en su trato direccion y acierto. Quisiera su excelencia no apartarse un punto de su presencia, por el grán consuelo que hallaba en su trato: y decia lleno de alegría: Dios ha traido d este santo religioso d mi casa para mucho bien de mi alma. El duque de Fernandina se aficio- nó tanto al siervo de Dios, que le acompañaba siempre que salia sin dejarle un punto. Á este ga- llardo jóven amaba mucho el beato Lorenzo por sus nobles prendas y por ser hijo de un tan devoto suyo: le sanó de una enfermedad mortal y le anun- ció mil felicidades y gloriosas victorias, como que- da dicho en otro lugar. 10. Continuando el beato Lorenzo su comision, visitó varias veces las personas reales, que le pe- dian con mil instancias lo hiciese con frecuencia. Eran hijos de la reina Doña Margarita de Austria, ya difunta, (1) á quien siendo niña habia dirigido y confesado el siervo de Dios, y por eso los amaba (1) Murió el año de 1611.
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