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a : mayor rectitud, se guardaba cautelosamente de las asechanzas de Lucifer, corriendo con veloces pasos y dándose priesa para lograr prontamente (como logró) el deseado y dichoso fin, segun vere- mos en el discurso de esta historia. + dba CAPITULO MM. > Toma el hábito entre los Capuchinos el siervo de Dios, y sus ejercicios en el noviciado. 1. Es Venecia una de las ciudades mas hermo- sas y opulentas del orbe, donde todo lo que con- curre, puede arrebatar al deleite el ánimo mas “recogido; pero le traia tanto nuestro santo jóven y ponia tan ce. 90 cuidado en apartar los ojos de lo que podia distraer su corazon del amor divi- no, á que del todo se habia dedicado, que, 6 nada miraba, 6 lo miraba, teniéndolo por una inutilísi- ma vanidad. Era aquella populosa y encantadora ciudad para el siervo de Dios, como si no fuese, pues todas sus riquezas, toda su hermosura y cuanto estimable hallan los mundanos. él lo des- preciaba con ánimo generoso, y si algo hallaba digno de atencion en las criaturas, era el ser cada una en su línea viva imágen del Criador, y así en todas le reconocia, como digno de ser amado. Te- nia muy presente aquellas palabras de Ricardo Victorino (1), que dice: «El que verdaderamente «ama á Dios, en cualquiera parte halla familiares (1, Ric Victor, tract. de Grad. charit, cap. 4. e.

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