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seaba ver y tratar, como antes. Dió luego órden para que en las galeras de España, que habia en aquel puerto, se le trajese con el mayor regalo, tratándole con la distincion que merecia su ve- nerable persona y honorífico carácter de embaja- dor. El comandante de las galeras, luego que reci- bió de la córte de España la referida órden, pasó inmediatamente al convento de capuchinos, y la hizo presente al siervo de Dios, ofreciendo su per- sona y toda su escuadra en nombre de su soberano el rey católico y quedaron de acuerdo, que en ce- sando el tiempo, que era muy malo, se harian á la vela. + 4. Continuó el mal Motipó y en este intermedio, se halló el beato Lorenzo con una contraórden del cardenal protector, en que le mandaba no conti- nuase su viaje. Recibió la obediencia con humilde resignación, aunque se persuadió, que era trama de Lucifer que queria impedir aquella grande obra, por ser tan del agrado de Dios. Los com- pañeros lo sintieron mucho; pero los consoló el santo, diciendo, que se vencerian todas las difi-' cultades y conseguirian el fin de su embajada, y así se cumplió: pues habiendo llegado á noticia - del rey, que se suspendia la embajada, lo sintió mucho, por ser ya pública en la córte de España, y saber todos, que venia el varon santo por minis- tro de ella. Supo el rey de donde dependia el es- torbo y envió órden á su embajador de Roma, que á nombre de Su Magestad católica pidiese á Su Santidad nueva obediencia, en que mandase á Fr. Lorenzo estrechamente, que conlinuase su comi- 25

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