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— IN ficencia acababa de fundar el serenísimo señor duque de Baviera y le habia suplicado al varon santo, fuese á visitarle, para que con su vista exa- minase la fábrica, alhajas y muebles que habia puesto y le informase de todo. Luego que recibió las órdenes de sus prelados, quedó sorprendido con esta novedad; y viendo la causa tan justa y que lo pedia así la caridad, sin reparar en cosa al- guna, dejó el camino de Brindis, y tomó el de Ná- poles; de suerte, que la caridad y la obediencia fueron los móviles de esta jornada, quien obró en todos los asuntos, y últimamente quien le condujo al sepulcro y le adquirió la última corona, siendo víctima agradable de estas dos hervicas virtudes. Enterado de los negocios que habia de tratar con el rey y recibidas las credenciales, se embarcó por Octubre del año de 1618, tomando por compa= ñeros al padre Fr. Gerónimo de Casalbono y al pa- dre Fr. Juan María de Monteforte, sacerdotes. Pero antes quiso despedirse de su amado en Cristo el duque de Baviera y le escribió una carta, en que selee con mucha luz el espíritu profético del varon santo y que aquella era la última despedida. Dice así: | ” JESÚS MARÍA. ' SERENÍSIMO PRÍNCIPE. + «Ya habia comenzado á practicar el designio de «Vuestra Alteza y las órdenes que recibí, de visi «tar la iglesia y monasterio de las capuchinas, que

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