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— 33 — rato magnífico. Abriéronse las dietas, á las que presidió el archiduque; y habiéndose tratado varios puntos sobre la paz que se habia hecho con el turco, propuso sus intentos; y siendo los votos favorables, dispuso con las tropas que tenia á su mando, acer- carse á Praga, donde residia el emperador su her- mano: y temiendo este algun golpe del archiduque, se previno para la defensa; y para detenerle envió al cardenal Detrinchstein; pero nada pudo conse- guir del archiduque. J antó el emperador en Praga los Estados de Bohemia y les mandó tomasen las armas; y habiéndose formado un muy lucido ejér- cito; se alojó en Praga y sus contornos para defen- sa de su persona. El archiduque llegóá los confines de Moravia y le salieron á recibirlos diputados del reino con cuatrocientos caballos, ofreciéndole so- corro y fidelidad. De Moravia pasó á Bohemia, sin poderlo impedir el emperador y puso su campo á vista de Praga y muy cerca de las tropas del em- perador. Estaban ya para venir á las manos unoy otro ejército y cada dia se iban levantando nuevas tropas y amotinándose los pueblos, unos á favor del emperador y otros á favor del archiduque, con que toda Alemania y acaso toda la Europa, iba á perecer en guerras intestinas. 6. En este lastimoso conflicto, no se hallaba re- medio alguno; pues aunque el emperador habia enviado á su hermano el archiduque varios prín- cipes para ajustar unas paces, 6 convenir en un armisticio; nunca pudieron convenir en una cosa. Hallábase en Praga nuestro Lorenzo y conociendo el emperador el gran concepto que de él tenia su

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