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o biendo abierto brecha y puesta la bandera del du- que sobre la muralla, aun no queria rendirse la o sem contra todas las leyes de la milicia. Envió un corneta el duque, amenazando con todo el rigor que permiten las leyes, si no se entrega- ban luego; pero obstinados en la defensa, habien= do tomado á fuerza de armas la fortaleza, Pm. el duque tocar á degiello y pasar á cuchillo toda la guarnicion. Esta era una providencia muy jus- ta y arreglada á toda razon; pero el beato Lorenzo, movido á compasion, suplicó al duque suspendie= se el castigo, que aunque justo, siempre era con detrimento de muchos inocentes; y que no era ra- z0n pagasen justos por pecadores. El duque se man- tenia constante como general integérrimo, pero últimamente cedió como piadoso príncipe y pao donó la vida de aquellos miserables. 4. Vencida ya esta gran fortaleza, que era como antemural de todo aquel Estado, siguió con rápi= dos progresos, rindiendo á Ditmaring y las demás, sin oposicion alguna. Continuando felizmente la campaña, llegó en pocos dias á marchas forzadas - á Salisburg, con asombro de todos sus habitantes. Cercó la ciudad y no teniendo fuerzas para resis- tir á tanto poder, fué preciso rendirse y abrirle las e uertas. Entró el duque triunfante y lleno de tro- s y tomó prisionero de guerra al arzobispo, que no tuvo tiempo para huir, tratándole con el mayor respeto y veneracion. Le encomendó su seguridad, regalo y custodia al varon santo, que no quiso en- tregarle á capitan alguno, como es regular en es- tos lances. Prohibió severamente á sus tropas cual- > , A o

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