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— "368 glorioso triunfo confesaban todos, se debió á la espada del duque y á la penetrante lengua de nuestro insigne Brindis. Fué muy célebre este con- greso, y desde entonces quedó la Iglesia con mu- cha paz y tranquilidad y abatido el orgullo de cion apostólica se mereció el justo título de mar- tillo de los herejes, no menos en la ocasion presen= le se le debe dar este merecido título. El duque de Baviera, como tan apasionado del varon santo, cia á los príncipes católicos de la liga (1): Nada hubiéramos hecho sin el P. Brindis, porque nuestras armas eran muertas; pero con su virtud y eficacia las dió la vida; y así toda Alemania, y aun toda la cris- tiandad, es deudora dá este padre, pues por él se po» logrado tanto bien. 3. Disuelta la liga, se quedó en Baviera el sier- vo de Dios á peticion del duque, para valerse de su consejo en los negocios graves que ocurrian. santo aquellos dones sobrenaturales, de que el cielo le habia dotado: sabia muy bien la pruden= - Cia casi divina que resplandecia en él y deseando acertar en todo, le queria tener á su lado y con- ultaba con él los negocios mas graves de su rei- y tomaba su consejo con la seguridad del acier- casi dos años con grande utilidad de las almas. Su- cedió en este tiempo un gravísimo pesar entre el DL Sum. fol: 47. AAA los herejes. Y en otras ocasiones con su predica= - Conocia este gran príncipe y admiraba en el varon A restas útiles ocupaciones y en predicar la a divina gastó en Baviera el siervo de Dios » Y erMEA

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