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cóno TÉ contínua aplicacion á la virtud y al estudio; pero no menos aprovechaba en sus condiscípulos . y compañeros : entre estos, quien le fué mas fami- liar y amigo, fué aquel jóven, de quien hemos hablado antes (1), que le condujo á casa de su tio, despues que arribó á Venecia. A este virtuoso jó- ven amaba tiernamente nuestro César por su vir- tud y prendas; y así á este como á los demás pro- curaba aprovechar en el santo temor de Dios, como en sólido fundamento de la mejor sabiduría. Todos á su ejemplo procuraban vivir arreglados á la ley santa de Dios y aplicados á su estudio; y si alguno veia descaminado ó distraido, luego lo buscaba para corregirlo; lo cual hacia con tan buenos mo- dos, que, conseguido su fin, quedaba no menos obligado que agradecido. Cuando oia á alguno hablar palabras menos decentes, luego introducia con cautelosa maña alguna conversacion útil y espiritual, con que atacaba el daño, sin que nin- guno quedase ofendido. Con estos ejemplos no se atrevian á hacer en su presencia cosa alguna que pudiese ser menos decente óú justa; antes bien atraidos todos de la dulzura y suavidad con que los instruía y encaminaba á lo mejor, muy sin aquel fastidio que suelen padecer los pocos años en la vida morigerada, componian la suya al tenor «del prudente y santo mancebo. 24, Siempre estuvo muy lejos (aun despues de virtudes tan singulares y conocidas) de dejarse llevar de la gloria vana, que tanto apetece la natu- raleza viciada desde la primera culpa de Adan. (D Núm. 15 de este capítulo.

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