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— 362— chinos para fundar, por el buen ejemplo que daban á los fieles, y que le ofrecia labrar un convento en su real bosque del Pardo y no lejos de su palacio, para que los religiosos, gozando en aquel ameno y silencioso desierto de quietud y tranquilidad, pu= diesen tambien asistir á los guardas, repartidos por aquel dilatado bosque, adminisitrándoles logs Santos Sacramentos é instruyéndoles con la predi- cacion de la palabra divina. Dió muchas graciasá Su Majestad el varon santo; y noticioso Fr. Serafin lo celebró mucho, pues lo tenia muy deseado; aun- que no se efectuó del todo la fundacion hasta el año de 1613. Movidos de este ejemplo otros muchos señores, ofrecieron al siervo de Dios fabricar con- ventos á los capuchinos: el primero fué el eminen- tísimo señor D. Bernardo Sandoval y Rojas, car- denal y arzobispo de Toledo, quien en aquella ciudad, en el sitio que llaman el Ángel, á las ribe- ras de Tajo, fundó un convento el año de 1611, aunque despues se dejó por enfermo, y se trasladó al sitio que hoy tiene dentro de la ciudad. El ex- celentísimo señor marqués de Povar, viendo que no habia podido conseguir la fundacion de Madrid, como digimos antes (1), continuando su devocion á los capuchinos, ofreció de nuevo al siervo de Dios fundar un convento en un lugar suyo, llama- do Cubas, distante cinco leguas de Madrid, como se verificó y acabó de perfeccionar el año de 1619, La excelentísima señora duquesa de Terranova, amantísima de los capuchinos y muy devota del 1, Núm. 20 de este capítulo.

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