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== SÓ giosos gozando de la comodidad y quietud del convento qne con tanta liberalidad fabricó elex- celentísimo señor duque de Lerma, á quien viven y vivirán siempre tan reconocidos, como obliga= dos. Y aunque faltó la ilustrísima casa de Lerma, han sucedido en ella y en el patronato los exce- Jentísimos señores duques de Medinaceli, que con los Estados han heredado tambien el afecto y de- vocion á los capuchinos. 223. Aunque nuestro beato Lorenzo de Brindis no se halló en estas últimas funciones por haberse restituido ya á Alemania, nos ha parecido conve- niente no dejar imperfecta la narracion de este convento de San Antonio, en que tuvo tanta parte el siervo de Dios. Y así, volvamos á tomar el hilo de la historia. Continuaba el varon santo en la es- timacion y veneracion del rey y le llamaba mu- chas veces para tratar las cosas de su conciencia, hallando en sus palabras gran consuelo espiritual y saliendo siempre este piadoso monarca encendi- do en el amor de Dios, y lo mismo sucediaá la reina doña Margarita, á quien habia dirigido en sus primeros años. Era cosa, que admiraba á la córte ver la frecuencia de palacio en el siervo de Dios yel grande aprecio que hacian de su venerable persona reyes tan soberanos: de suerte, que en so- los tres meses que estuvo en Madrid, además de las audiencias que tuvo de su embajada, que pasaron de cincuenta, tuvo otras muchas particulares, á que era llamado de los reyes. En una de estas au- diencias, lleno de gozo le dijo el rey, como estaba muy contento con haber dado licencia á los capu-
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