BCCPAM000527-5-29000000000000

— $58— cer oracion en la iglesia, pasaron á la habitacion de los religiosos, para ver las celdas y oficinas, sin dejar nada que no lo viesen y examinasen; pe- ro con semblantes tan apacibles y cariñosos, que se conocia el júbilo interior de sus corazones. Re- pitieron tantas veces Sus Magestades esta demos- tración de afecto, viniendo á los capuchinos, que parecia habian librado en esto todas sus mayores satisfacciones y consuelos. Edificábanse de la la. neza y retiro de nuestros religiosos y los comuni- caban con tan grande benignidad, singularmente á Fr, Serafin, que estando enfermo sucedió mu- chas veces visitarle el rey en su pobre y estre- cha celda, sentarse en su humilde lecho y hablar tan despacio con él, que hubo ocasion de durar cuatro horas la conversasion, que parecia increj- ble, á no decirlo las crónicas de la Orden (1). Tan- ta era la estimacion, que de los pobres capuchi- nos hacia un tan poderoso monarca. La 22, Continuando la piedad y devocion del rey para los capuchinos y llegando el Viernes Santo de este mismo año, quiso Su Magestad (aunque con disimulo) hallarse presente á medio dia á la disciplina, pan y agua y demás ejercicios de mor- tificacion propios de este santo tiempo, y habién- dolo tratado con el duque de Lerma confidencial- mente, fué el rey á nuestra residencia con poco acompañamiento y á la puerta del refetorio estuvo bs - observando las penitencias acostumbradas del dia > - y omitimos por no molestar. Todo el tiempo que (1 Crónica de los capuchinos tom. 4. lib, 1. cap. 6. $ 31.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz