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— YY del Prado, como tambien por la cercanía, que pre- cisamente habia de tener con la casa del duque; todo cesó, sabiendo, que á los reyes habia gus- tado el pensamiento y que habian dicho Sus Ma- gestades, querian tener á los capuchinos en parte donde pudiesen tratar con ellos y notar su modo de vida y observancia y si convenia con la fama, que por todas partes corria. Como esta era la vo- luntad de Dios, se afectuó luego y así sin perder tiempo y con la mayor prisa, se empezó á acomo- dar aquel palacio, para habitacion de religiosos, desbaratando salas, dividiendo piezas, con que en breve tiempo se adornó la iglesia, hubo celdas có- modas, con cuantas oficinas son nesesarias, alha- jándolas liberalmente el ánimo piadoso de este principe y todo con tal comodidad, que no echa- ban menos cosa alguna los religiosos. En el año de - 1610, víspera de la Purificacion de nuestra Señora, pasaron aquellos padres á la casa del duque y el dia siguiente asistió su excelencia, acompañado de muchos grandes, títulos y señores, á la solemne co- + locacion del Santísimo, procesion y oficios de aquel dia. Estuvo el duque lleno de gozo y alegría espiri- tual, viendo su casa convertida en casa de Dios y tabernáculo del cielo. Cuando volvió á palacio, con- tó á Sus Magestades la devota y sagrada funcion á que habia asistido y suprema felicidad á que habia ascendido su casa, con demostraciones de consue- lo y alegría tan singular, que movidos los reyes de ellas, quisieron Sus Magestades ver aquel palacio, antes del duque y ahora de Dios y así dos dias despues vinieron los reyes á él y despues de ha-

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