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á . k _— 30 — César el estudio y la oracion; su oracion hallaba materia en las noticias que le ministraba su estu- dio, y su estudio hallaba luces y voces en los si- lencios de su oracion. Mucho le ayudó la sábia direccion de su tio: conoció este la vivacidad de su ingénio, y no quiso que se malograse por ocio- sa y valdía; y así puso gran cuidado en instruir- le en todo género de letras; porque un ingénio grande, sin la cultura de los estudios, es como «ma campo fértil sin labor, cuya falta malogra en malezas inútiles y venenosas yerbas su fecundi- dad. Mucho importa que el cultivo de la doctrina en edad primera trabaje al ingénio antes que este se vicie de ocioso, y se ocupe con peregrinas im- presiones de vanidad ó de otros vicios; pues sien- do entonces como tabla rasa, recibe fácilmente las bellas imágenes de la virtud y sabiduría. Ha- bia ya consumado el estudio de la filosofía con grandes créditos de la viveza de su ingénio y en- tera satisfaccion de su tio, que desde el principio se constituyó gozoso su maestro, al ver los admira- bles medros de estudio; y así le aplicó á la facul- tad de la Sagrados Cánones, sin olvidar las divinas letras, con cuyas laboriosas tareas se iba dispo- niendo para los ministerios altos que el cielo le ha- bia destinado. Estudiaba sin ambicion, argúia sin arrogancia, defendia con humildad, leia con suma aplicacion, haciendo tales progresos en las letras, que era el ejemplo de aquel célebre seminario de S. Marcos, llevándose los aplausos de todos, aun de sus mismos maestros. 23. Mucho aprovechaba en sí mismo con su
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