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o TU cen insolentes y mudando de medio, pusieron en el consejo una querella contra la fundacion de los capuchinos y ocultamente hacian un fuego, tanto mas temible, cuanto era menos conocido. Hacia sus diligencias Fr. Serafin y hallaba las mas veces desprecios y baldones; de suerte, que se temia al- guna órden superior para salir luego de la córte y abandonar el intento. Pero el Señor obrando con aquella providencia (para nosotros oculta) dispu- so, que dos señoras se constituyesen protectoras de los capuchinos y su fundacion: estas fueron las excelentísimas señoras duquesa de Terranova, que despues fundó el convento de Alcalá de Henares y su prima hermana Doña Victoria Colona, duque- sa de Medina de Rioseco, viuda de Almirante de Castilla, la cual conservando el afecto á los capu- chinos, que habia heredado de su excelentísima + casa de Colona, tan favorecedora de nuestra Orden en Italia, se dedicó á socorrer asistir, y patrocinar á Fr. Serafin y los suyos, haciendo con ellos el ofi- cio de madre. Estas dos señoras llenas de devocion procuraban con los ministros y otros señores acre- ditar á los capuchinos. No menos hacian con la reina Doña Margarita, afectísima de los capuchi- nos, y especialmente con el padre confesor del rey, que sirvió mucho en esta ocasion. Pero no obstante el favor que en estas señoras y otras per- sonas principales hallaban nuestros capuchinos, nada se adelantaba; antes bien todo era temores y ninguna seguridad. Pero no es mucho, pues esta obra grande la tenia reservada la infinita sabiduría del Señor, para su grande amigo el beato Lorenzo.

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