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is A Y Vi mente. Quedó nuestra España limpia de tan pes- tífera gente, gozando de tranquilidad en la fé pú= blica y religion católica, la que estaba vacilante entre la chusma de moros y moriscos. ¡Oh dichosa embajada de este insigne capuchinoy cuántos bie= nes atrajo á la nacion española! Grande debe ser nuestro agradecimiento á este nuevo defensor nues- tro, pues grande y singular fué sin duda el afecto y cariño suyo, para con esta porcion escogida de - la santa Iglesia, y para mas confirmacion de esto, quiso que su muerte preciosa fuese en nuestra Es- paña, como veremos despues, cuando tratemos de su segunda embajada. 12. Continuaba el siervo de Dios Lorenzo en la estimacion y aprecio con el rey y con todos los se- ñores de la córte, venerando al varon santo como á oráculo divino y así iba creciendo tambien la devocion al hábito capuchino: medios á la verdad que el Señor iba proporcionando para facilitar dan, F fundacion de esta santa provincia de capuchinos de la Encarnacion de las dos Castillas; y siendo es- A ta grande obra uno de los mayores elogios, que ha= cen mucho honor á nuestro beato Lorenzo, y ha= 5 ; - Mándose esta santa provincia tan obligada á su. santo fundador, no se puede mostrar desentendida de dar una ligera noticia de sus principios y pro- - gresos, haciendo tambien una breve relacion de las personas devotas que cooperaron á ella, cuya memoria tienen siempre presente los cop para encomendarlos á Dios. 13. Desde el año de 1605 se empezó á iratar de la fundacion de esta santa provincia, aunque con