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pao alguno sus espirituales ejercicios; porque desde la media noche se disponia para la Misa, que cele- braba con la devocion y pausa que hemos dicho antes, recibiendo en aquel divino sacrificio las es- peciales luces del Señor, que se comunican á los: que le buscan con instancia y continuacion. Gas= taba pues, el dia en las dependencias y ocupacio= nes, que eran propias de su empleo, ó le impelia la caridad; y la noche casi toda en el santo ejerci: cio de la oracion, contemplacion y mortificacion. Los religiosos descalzos de San Gil, á quienes mo se les podia ocultar sus ocupaciones, estaban sobre edificados, admirados de ver tanta virtud en su huésped. ¡Oh fuerza de la caridad! El varon santo estaba admirado de ver tanta virtud, tanta mor- tificacion y observancia en aquellos padres, y estos se pasmaban de la santidad de Lorenzo. Tam- poco se les podia ocultar á los cortesanos los ra- yos del buen ejemplo del varon santo, y así mi- raban al embajador mas como ángel que como hombre, confirmándoles en este reverente juicio, la gravedad de su persona, la compostura y modes- tia de su venerable rostro, que al modo de los án- geles, miraba siempre á Dios, aunque no clara- mente visto, devota y eficazmente considerado. Hacia tal aprecio de la oracion, que ponia en ella todo el remedio contra las tentaciones de Satanás, todo el aumento de las virtudes, en especial de la reina de todas, que es la caridad, de cuya máxi- ma fortaleza era el mismo varon santo ejemplar solemne, pues salia de la oracion tan encendido en el amor de su Dios y Señor, que como otro Moysés , S A Y pa A * “ y
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