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0 venciendo casi insuperables dificultades, que has- ta entonces habia. Tambien le escogió para que pu- siese la última mano en la árdua empresa de la expulsion de los moriscos de España. Es consejo de la Providencia divina, que cuando elige este Señor á algun sugeto para cosas de su servicio, le adorna con todo aquel lleno de perfecciones, que es necesario para conseguir el fin á que le destina; y como los milagros llaman tanto la atencion de los hombres y los califica, supuesta una vida bue- na, por santos, dispone el Señor darles esta gracia, para que con mas facilidad persuadan y consigan sus intentos, aunque los siervos de Dios quisieran ocultar esta gracia, pero el Señor dispone otra co- sa, de suerte, que obran los milagros, pero á nues- tro modo de entender, sin querer obrarlos. Son estos descuidos propios de la humildad heróica de los santos, pero cuidados solícitos de la Providen- cia divina, para hacer la santidad espectable á los ojos del mundo, que apenas la distingue bien, sin el esplendor de los milagros. 9. Hecho ya recomendable nuestro santo em- bajador con tantos prodigios y maravillas, y que ya no solo la fama, sino la misma experiencia le acreditaba de grande, creciendo cada dia mas la estimacion del rey y de la reina y por consiguien- te de todos los grandes y señores de la córte, bus- cándole muchos para tratar las cosas de sus con- ciencias y gobierno de sus Estados: aunque pudiera esto distraer al varon mas capaz del ejercicio de la oracion, por ser materias gravísimas y de impor- tancia, sin embargo nunca padecieron dispendio

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