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id : , cio siervo de Dios le echase su santa bendicion á- la enferma y la sanase. Hízolo el varon santo, y for= mando la señal de la cruz sobre la enferma, quedó al punto sana y empezó á andar con admiracion de la reina y de todos los cortesanos, que se halla- ron presentes (1), alabando á Dios en su santo. Co- mo este prodigio fué tan patente, corrió en alas de la admiracion por toda la córte, cobrando nuevos créditos la fama de santo, en que todos le tenian; y la reina desde este lance, le miraba aun con ma- yor veneracion y afecto, llamando muchas veces al varon santo, para tratar las cosas de su con- ciencia, abriendo sus senos, como á su padre es- piritual, y respetando sus consejos como oráculos. 7. En otra ocasion le pidió la reina alguna te= liquia para su oralorio; y el varon santo, sacando de la cruz que traia pendiente del cuello un poco detierra, dijo: Señora, no tengo, ni puedo dar á vues- tra Real Magestad reliquia mas sagrada, ni mas pre- ciosa, que esta poca de tierra del monte Calvario, regada con la preciosa sangre de Jesucristo. Al oir esto algunos de los presentes, con poca fé, duda-= ban de ello y decian en su interior, que aquella tierra era de la calle, cogida en cualquiera parte, y lo bautizaban con el nombre del Calvario; ni menos se persuadian, era regada con la sangre de Jesucristo. Penetró el beato Lorenzo el interior de estos poco piadosos creyentes, y para confusion de ellos, mayor devocion de los otros y crédito de la verdad, quiso obrar el Señor un prodigio asombro- so, sacando de la misma duda, mayor y mas acen= ¡D Bullarium Capuccinor. tom. 5 fol. 361.
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