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mi SÓ 6. Cuando visitó á la reina el varon santo, no es posible explicar el gozo que tuvo con su vista. Era piadosísima esta señora, sumamente inclina= da á los religiosos, y especialmente á los capuchi= nos; y como la habia dirigido el siervo de Dios en sus primeros inocentes años, le veneraba por san= to, por director y maestro. No sabia desprenderse de su lado, sintiendo en su corazon ardentísimas llamas de amor divino, comunicadas del trato y convefsacion de su antiguo maestro y santo pa- dre (1) Tenia la reina largas noticias, y muy indi= viduales de la gracia qne le adornaba de obrar mi- lagros y deseando hiciese uno con una dama suya á quien estimaba mucho Su Magestad por su gran virtud y deseaba su salud, quiso valerse del patro- cinio del varon santo. Llamábase Domitila esta dama y habia catorce años que padecia una con- traccion tan dolorosa de miembros, que no podia estar de pié un instante y cuando mejor se halla- ba, apenas podia andar arrastrando. Habia hecho la reina muchas rogativas y ofertas á los santos por su salud, aunque sin fruto, no porque tal vez faltase disposicion de parte suya, sino (como se deja conocer) porque el Señor tenia reservado este favor para dispensarlo por medio de su siervo Lo- renzo, y manifestar al mundo cuán agradables le eran sus obras todas, y cuán de su servicio su ve- nida á la córte. Pidió, pues, la piadosa reina al (1) Fuéesta reina muy santa, amantísima de sus vasallos, liberal, limosnera y un dechado de todas las virtudes; murió el año de 1611 á los 26 años de su edad. Fué su muerte muy llo- rada y sentida de los españoles. Escribió su vida Don Diego Guzman. | ME: > 8

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