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a E demás precisas ceremonias, se despidió, dejando á Sus Majestades con deseos de tratarle mas des- pacio. Despues de esta audiencia, que solo es de ceremonia, en la primera que tuvo, informó al rey largamente del estado lastimoso, en que de- jaba las cosas de Alemania, y la necesidad que ha- bia de socorrer prontamente la liga católica. Es- forzó este intento con tal energía y eficacia, que movido el corazon piadoso y católico del rey, no dudó cooperar con todo su poder la extirpacion de las herejías y constituirse protector de la liga ca- tólica, prometiendo los socorros necesarios para sostenerla. En consecuencia de esto, juntó Su Ma- jestad á sus ministros y proponiendo la urgente necesidad de socorrer.á los príncipes católicos de Alemania, expidió órdenes al virey de Nápoles y al gobernador de Milan, para qne aprestasen todas las compañías y tropas de su mando, y levanlasen atras de nuevo, y se pusiesen en estado de mar-= char á las primeras órdenes. Y aunque se ofrecie- ron al principio algunas dificultades, se allanaron mediante la prudencia y sabiduría del insigne é ilustrado embajador Fr. Lorenzo. En esta audien- cia gastó cuatro horas, qne fueron cuatro instantes para el rey, por la suavidad, dulzura y eficacia de palabras con que hablaba el siervo de Dios; tal era su persuasiva, que arrebalado el corazon piadoso del rey, se inclinaba con una suave y eficaz volun- tad, á lo mismo que proponia el varon santo y con- fesaba despues el mismo rey, que no habia tratado jamásá hombre alguno de mayor eficacia en persua- dir y que Fr. Lorenzo no suplicaba sino mandaba.
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