BCCPAM000527-5-29000000000000

o a quedó muy aficionado con su trato y siempre que hallaba de ellos, decia con alegría espiritual: Eg * tos son verdaderos y legítimos hijos de San Francisco. 5. En San Gil le visitaron todos los grandes y títulos de la corte, unos por devota curiosidad y otros por política obligacion; y todos salian edifi- cados de su humildad profunda, y admirados de su celestial prudencia. Deseaba el rey ver á su nuevo embajador, y dió órden para que luego sin perder tiempo se dispusiese la entrada pública, aunque muy á costa de la humildad del siervo de Dios. Rehusó cuanto pudo el varon santo esta rui- dosa ceremonia; pero como esto dependia del tro- no y representaba el carácter de embajador de la Magestad Cesárea y Nuncio de Su Santidad, por estos altos respetos, era indispensable esta magni- ficencia y solemnidad. Hízose al fin, con toda aquella grandeza que se acostumbra, y no nos de-= tenemos en referir sus circuntancias, como tam= poco la profunda humildad del insigne héroe Lo- renzo en medio de tanto aplauso y grandeza. Besó la mano al rey y entregó las credenciales, y ha- biendo sido breve en esta primera audiencia, co- mo se acostumbra, pasó á besar la mano á la reina, quien le recibió con sumo agrado, renovando, aunque con brevedad los tiempos pasados, en los cuales recibió del siervo de Dios las primeras ins- trucciones y fundamentos de la vida cristiana, con cuya leche fué criada desde su niñez y con- servó aun en la alta dignidad de reina. Preguntó por sus hermanas, que dejaba en Alemania, y habien- do satisfecho el siervo de Dios á sus preguntas y

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz