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— HE triísimo Sr. D. Camilo Carrafa, obispo de Capua. 3. Dispuso en breve su viaje para España nues- tro insigne Lorenzo (pues el ajuar y recámara de un capuchino para caminar, en breve se dispone); y aun antes de llegar á la córte este nuevo emba- jador, ya habian llegado los gloriosos ecos de su fama. Habia ya escrito al Sr. Felipe 1H, su emba- jador en la córte de Viena el Excmo. Sr. D. Balta- sar de Zúñiga, conde de Monterrey, comendador mayor de Leon, y ayo, que fué despues del príncipe D. Felipe, que reinó en España muerto su padre, con el nombre de Felipe IV. Este caballero esti- maba mucho al varon santo, y tenia largas expe- riencias de su gran virtud y prudencia; y aun habia sido testigo de muchos milagros, que obró el Señor por'su siervo, como decia su excelencia siempre que hablaba de él; y así escribió con mu- chos elogios al Sr. Felipe III. Alegróse el piadosí- simo rey de tan buenas noticias, y deseaba ya su llegada, para tratar á varon tan santo, y recomen- dable. No menos lo deseaba la reina D.* Margarita de Austria, quien en sus primeros años habia tra- tado mucho al siervo de Dios, pues habia sido su confesory la habia instruido en los primeros ru- dimentos de la fe (1). Con esto se hizo público en la córte la venida de varon tan grande; y como los capuchinos eran entonces poco conocidos en Ma- drid y nunca habian visto á ningun religioso con el noble carácter de embajador, causaba á todos admiracion y esperaban con curiosidad su llega- 1 Bullarium Capuccin. tom. 5. fol. 361.

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