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» o? y A e gullo, valerse del favor del rey católico, que como señor de casi toda Itatia y Flandes, seria freno poderoso para contener la osadía de los príncipes protestantes. A todos pareció bien este pensamien: to, y así determinó el emperador Rodulfo, enviar un embajador extraordinario al Sr. Felipe HI (1). No dudaron en la eleccion del embajador, pues á todos ocurrió, que no habia sugeto mas hábil y mas propio para esta tan grande empresa, que el beato Lorenzo de Brindis, en quien concurrian todas las prendas mas recomendables, para nego= * cios árduos. Dieron cuenta al varon santo de esta eleccion; y no obstante los trabajos á que se ex- ponia en un viaje tan largo, lo admitió gustoso por atravesarse la honra y gloria de Dios y la exalta= cion de la fé católica, y porque sabia, que con aquel golpe se habia de refrenar mucho la herejía. Y para que esta embajada fuese con todos los auxi- lios espirituales y temporales, escribió el empera- dor al Sumo Pontífice Paulo V, dándole cuenta de todo, suplicandoá Su Santidad, que á su embaja= dor le diese, no solo su bendicion apostólica, sino le hiciese tambien su legado á Latere con todas las facultades que se acostumbran, para mover así mas el piadoso ánimo del rey católico. El pontífice conociendo era cosa justísima, por ser causa de E religion, vino en ello y despachó su Breve apostó- : lico, nombrándole su legado, con las mas ámplias | facultades, recomendándole mucho al Nuncio de : Su Santidad en la corte de Madrid, que era el ilus- (1) Sum. fol. 46.

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