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— — | imperio de su ánimo con prudentísima cautela, tenia por sospechoso este rendimiento. Y para ase- gurarle, conociendo que este enemigo casero, me- jor se doma con la severidad que con el halago, le impuso tan pesada carga de austeridades y peni- tencias, como hemos visto, para que brumada su lozanía con este yugo, quedase, no solo mortifica- da, sino rendida á las leyes de la razon y del espí- ritu. | -19. Ala mortificacion del cuerpo se seguia por consiguiente la mortificacion del espíritu. Era su- mamente humilde, y tan obediente, que á la me- nor insinuacion de sus maestros y de su tio, esta- ba tan pronto á cumplirla, como si fueran riguro- sos preceptos. Cuando su tio le advertía alguna cosa, 6 le corregia por ejercicio, se ponia luego de rodillas, oyendo con edificante humildad la cor reccion y el aviso. En el silencio era tan exacto, que nunca se le oyó hablar sin manifiesta necesi- dad. Jamás se le veia enfadado. ni colérico; pues aun en los argumentos y disputas escolásticas era A - fan moderado, que, no obstante su vivacidad e génio, cedia fácilmente aun al mas ignorante, por evitar perniciosas contiendas y alteraciones; solo no cedia cuando se atravesaba la honra y gloria de Dios ó la salud espiritual del prójimo. Era muy grave y compuesto en todas sus acciones; mortifi- cado en la vista, medido en las palabras, grave en el andar, que junto con sus prendas naturales de hermosura de rostro y bella proporcion de to- dos sus miembros, le hacian á todos amabilísimo y apreciable, y mucho mas á su tio, á quien tenia