BCCPAM000527-5-29000000000000

+ SUE0 sino grandes y estupendas. Ni tampoco se pue- de dudar del fervoroso celo del siervo de Dios, para desterrar de los soldados los desórdenes y vicios que son comunes, procurando con toda so- licitud, que todos viviesen arreglados al santo temor de Dios. Habiéndose ya hecho las paces, y llegándose el tiempo de celebrarse en Roma nuestro Capítulo general, se despidió el siervo de Dios de su gran favorecedor el Excmo. Sr. D. Pedro de Toledo y de todos los generales del ejército, sintiendo les faltase de su lado tan santo varon, que por tal le veneraban todos. Pero su excelencia tenia tan alto concepto de la gran virtud y pruden- cia del siervo de Dios, que le escribia frecuente- mente, dándole parte de cuanto acaecia y tomando consejo en los casos árduos y difíciles; sirviéndole de gran consuelo las cartas del varon santo y hubo entre los dos una muy estrecha correspondencia y cordial amistad: de suerte, que recibia su exce- lencia los avisos y consejos del beato Lorenzo, co- mo si fueran oráculos, atribuyendo al varon santo todas las prosperidades y felices sucesos que tenia, llamándose el mas humilde y reconocido hijo suyo, como se verá en la carta del mismo Excmo. Sr. que se pondrá en el número siguiente. Esta amistad mútua duró toda la vida y aun pasó masallá, pues ni enla muerte quiso separarse y así mandó su ex- celencia enterrarse junto al siervo de Dios, como se hizo. Ni podemos los capuchinos (sin incurrir en la fea nota de ingratitud) omitir el grande afecto, que su excelencia tuvo á los capuchinos en Italia de que aun dura la memoria en nuestro convento e AN qe . e Pos EPR

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz