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de có le en una accion decisiva; pero como este iba hu yendo, fué preciso mudar de puestos cada dia, habiendo algunas escaramuzas entre las tropas avanzadas de los dos ejércitos. Pasóse en esto mu- chos meses, y últimamente fueron á encontrarse los dos ejércitos cerca de las 4Avertolas, no lejos del rio Dora; y habiéndose formado los escuadro- nes, que se hallaron juntos de una y otra parte, se trabó la batalla, y nuestro Lorenzo no olvidado de su antiguo nombre, como si fuera un César (1), ordenaba la tropa. animaba á los soldados asegu- rándoles la victoria, y dándoles la bendicion se metió en el mayor peligro y á donde el fuego estaba mas vivo. Como todos sabian la virtud y sant del siervo de Dios, estaban llenos de valor y ánimo generoso, y mas viendo que estando el varon santo en el mayor peligro cruzándose las balas le veían sin lesion alguna, y esto les infundia un valor ex- traordinario. Empezóá desfallecer el ejército del duque de Saboya, retirándose á los bosques; y rin- diendo las armas, huyeron vergonzosamente, con que quedó por los nuestros la victoria. Murieron de los enemigos mas de cinco mil, y quedaron en el campo mas de seis mil arcabuces, picas y lan- zas y el duque muy derrotado. Nuestro Lorenzo, despues de acabada la funcion, sacudiéndose el hábito, caían las balas que le habian alcanzado, - muertas y sin efecto alguno. Así depuso D. Balta- sar de Armesto y Valcarce, testigo presentado en los procesos hechos en Villafranca en el año de ¿Pb El beato Lorenzo se llamaba en el siglo Julio César. A:

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