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: ME «de los infieles y vida de los justos. Segun esta doc- «trina (prosiguió el varon santo)á sola la cruz debe- «mos atribuir todas nuestras felicidades. Acordaos «siempre de la cruz, perseverad en la sincera fé «de tan gran misterio, acompañándola con aque- «llas operaciones, que son dignas de un corazon «verdaderamente cristiano, para que por sus meé- «ritos podais vencer los enemigos visibles é invi- «sibles, hasta que en el cielo se os asegure el eter- «no premio de la victoria.» 9. De la que acabamos de referir. se siguió la mina del ejército otomano, la seguridad de Un- gría, la propagacion de la fé católica y el honor de la santa Cruz. Desde entonces creció mas en el siervo de Dios la veneracion á la santa cruz, que siempre traia consigo, pendiente al cuello y repe- tia muchas veces aquellas palabras del Psalmo (1) No á. nosotros, Señor, no d nosotros, sino d tu nombre sea dada la gloria. Así decia cuando alguno le que- ria atribuir la victoria conseguida; pues como fué tan público y manifiesto el prodigio, creció mas la . veneración del siervo de Dios para con los fieles procurando todos verle y alabarle, atribuyéndole el triunfo conseguido contra el ejército olomano. Con esta insigne victoria y ruina del comun enemigo de la cristiandad, creció en los católicos la fé y devocion á la santa cruz y en Bohemia, Ungría y Moravia, y aun en toda la Alemania el afecto y ve- neracion á la religion de los capuchinos, fundán- dose por estas provincias muchos conventos y eri- (1) Psalm., 113. 1.

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