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o A dados, de una á otra parte entre los mayores peli- gros; y como le veían en el primer lugar, pensaban los enemigos era alguno de los principales cabos, y así le acometian á sangre y fuego por todas par- tes, descargando sobre él su rabia y furor: le cer- caba el fuego, le combatian las balas; pero como si fuera su hábito una cota impenetrable de malla, nada le ofendia. Al ver este prodigio los imperia- les, llenos de un cristiano valor, acometieron con espada en mano las líneas de los turcos, y rom- piendo sus trincheras y baterías, se abrieron ca- mino con casi total ruina del ejército enemigo, el cual viéndose tan derrotado, se puso en fuga ver- gonzosa; y siguiendo el alcance los nuestros, con- siguió de ellos una completa victoria, con estrago total del ejército enemigo; porque muertos unos, heridos otros y prisioneros los demás, quedó el campo con todos los inmensos despojos por el ar- chiduque Matías, siguiéndose tambien el abando- no de Alva Real ú Belgrado con toda la artillería, víveres y municiones, siendo esta victoria de las mas gloriosas que se vieron. il 4 :8. Acabada la batalla, se halló el siervo de Dios sin herida alguna, ni aun señal en el hábito de ha- berle tocado las balas, ni haberle chamnscado un pelo y sacudiéndose el hábito, caian las balas en- teras con admiracion de todos, dando gracias al Señor por tan gran beneficio. Treinta mil turcos quedaron muertos en el campo, sin contar los he- ridos, prisioneros y fugitivos y entre estos últimos su emperador Mahometo, que estuvo ya para caer en manos de los cristianos y murieron tambien
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