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%d $e UN bo, nunca mudan de intento; porque llevando por norte la voluntad divina, sin perderla de vista un punto, por cualquiera parte que tomen la derrota, se conducen al puerto con felicidad. El ímpetu de espíritu, con que celaba el beato Lorenzo la mayor gloria de Dios, le hacia variar los medios, no el fin: giraba en círculo para caminar derecho. Desde lo mas retirado de su celda, pasaba al carácter de embajador, y aun á mandar ejércitos, como vere- mos ahora. 2. Pasadas ya las furiosas tempestades, que en el capítulo sexto referimos y sosegado el ánimo del emperador Rodulfo II, volvió el siervo de Dios áre- cuperar la amistad antigua del César, aun con mas ventajas que antes conocia este el ardiente celo del beato Lorenzo, y hallándose en Praga el año de 1606 con el siervo Dios, le envió por legado á varios príncipes de Alemania, para que los animase á con- cluir una liga contra Mahometo III. Gran Turco, - cuyo copioso ejército repartido en varias provin- cias de Ungría, talaba los campos, destruia las for- talezas y amenazaba una total ruina al orbe cris- tiano, si con tiempo no se quebrantaba su orgullo. No obstante que el beato Lorenzo se hallaba ucu- . pado en establecer la observancia regular en los nuevos conventos, que se iban fundando en Bohe- mia, Austria, Moravia y el Tirol: no obstante tam- bien que por autoridad apostólica estaba predi- cando (y con grán fruto) en aquellas partes de Alemania, segun consta de un breve de Paulo V; dirigido al siervo de Dios, que se halla en nuestro Bulario Capuchino, tom. 1 fol, 51: no obstante todo

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