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coo VB razones, y la principal, porque se oponia á su hu= mildad profunda de que estaba tan poseido; hubo sin embargo de rendir la cerviz al yugo de la obe- diencia; vino á España en ejecucion fiel del pre- cepto, en que al cabo halló su dia último, imitan- do á Cristo Señor nuestro, que obedeció hasta perder la vida en la cruz. Fué tambien ostentacion gloriosa de su obediencia, lo que le sucedió en Milan, donde la opinion de sus admirables virtu- des le concilió de suerte los afectos de toda aque= lla vasta poblacion, que apenas cabia en nuestro convento de la Inmáculada Concepcion de nuestra Señora el concurso de gente, ya compuesto de nobles, ya de plebeyos que acudian á recibir su bendicion. Hacíase gran violencia el varon humil- de, cuando se presentaba á la devocion de los que solicitaban su vista, pareciéndole que no era fácil consolarlos sin incurrir alguna sospecha de vani- dad, pero determinado á ejecutar siempre lo que le mandaba su superior, quedaba mas humilde, porque quedaba mas obediente. Asentía, pues, á la piedad del pueblo. indiscreta á veces, pues le ponia en conocido riesgo de perder la vida, porque la ansia que tenian todos de besarle la mano ó á lo menos tocar la fimbria de su hábito, producia e] aprieto y este tal fatiga y afliccion del varon san- to, con dolores tan vehementes de mal de gota, que era un continuado milagro salir vivo de aque- llos frecuentes concursos. Supuestos sin embargo los dos peligros, uno del espíritu por la popular - aura que le podia desazonar, otro del cuerpo por la penalidad que le obligaban á padecer, sabia des-
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