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e contenta, cuando la limitan al tenor de la profesion: dejase llevar con voluntad mas larga á toda la lati- tud de la caridad; y se extiende con libertad inmensa, con liberalidad expontánea, á todo lo que se la impone, sin atender á modos que la angustien y la limilen. Resplandeció mas la obediencia del beato Lorenzo despues de haber ocupado los principales puestos, y el supremo de lodos cuando fué General de toda la Orden. Hallándose, pues, sin ninguno en nues- tro convento de Nápoles, reiteró en manos del Guardian el solemne voto de la obediencia, protes- tando que en adelante queria sujetar á su diree- cion aun la accion masJeve, y que todas las suyas fuesen marcadas y enriquecidas con el mérito de esta virtud. Quedó el superior admirado, no tanto á la proposicion cuanto á la ejecucion de este in- tento, que redujo el ánimo del varon santo á la sujecion que aun en un novicio fuera estimable; pero para darle ocasiones de merecer, como desea- ba, le imponia á veces preceptos árduos y agenos de su inclinacion que ejecutaba con igual preste- za que gusto, lo cual le concilió con todos los que no ignoraban lo que habia sido, grande fama de perfeccion. é 4. Tal vez peleó su obediencia con su humildad, pero salió gloriosamente vencedora, como se vió, cuando el reino de Nápoles le eligió por embajador á la Magestad de nuestro católico rey Felipe III, para que mediante su prudencia, celo y virtud se viesen libres aquellas provincias de los daños que amenazaban á su quietud y seguridad. Sintió mu- cho el siervo de Dios esta disposicion por varias

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