BCCPAM000527-5-29000000000000

— 264 — + obedecer, se sujetó en lo oculto á un religioso, á cuyo arbitrio tasaba sus estudios, sus vigilias, su soledad y todo lo demás, que sin inconveniente podia, segun el ministerio en que se hallaba. Lla- mábale á esta voluntaria sumision, el ejemplo de Cristo Señor nuestro, que antepuso la obediencia á la misma vida, como ponderó el melífluo Padre S. Bernardo: Prefirió el Salvador (dice) al vivir el obedecer, eligiendo antes entregar el alma que negar- se í las leyes de la obediencia. El mismo nombre de Jesús, segun dice el Apóstol, fué remuneracion de esta esclarecida virtud. 3. No se descuidaba el religioso que digimos, de ejercitar la obediencia del varon santo, sabien- do cuán gustoso le era no usar de su voluntad y así se la contradecia no pocas veces. Puesto á es- tudiar le obligaba á cerrar el libro; y que hacien- do lo mismo con la ventana de la celda, empezase áhacer oracion. Si le hallaba en ella, le instaba á que acudiese á diferente empleo; y de esta suerte * embarazándole el arbitrio, le aumentaba el mere- cimiento. Lo mismo dispuso siendo Guardian de nuestro convento de Roma, con otro religioso súb- dito suyo; y siempre, aunque no lo hayamos sabi- do, debió de disponer lo mismo, deseoso de exten- der los términos de esta virtud, mas allá de los que señala su voto. Conozca el súbdito (dice San Bernardo) (1), que es imperfecta la obediencia que se ciñe á los términos y jurisdicciones del voto, porque la perfecta obediencia no se coarta solo ú la ley: no está di $ va E > pd a (1 S, Bernard. tract. de preecep. et disp.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz