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+ MRa en los monjes mas obedientes encomendó Casiano (1). Siguese la obediencia con tal puntual observan- cia, que atentos á ella los jóvenes, no solo no se atre- ven ú salir de la celda por motivo excusable; pero ni aun para acudir 4 las comunes y naturales necesida- des, sin haber antes obtenido licencia ú4 supuesta no- ticia del Superior. Reconociendo empero el pru- dente jóven, que entonces consigue el mayor agra- do de Dios la obedencia, cuando se perpetúa en el voto de religion, llegó á hacerle como hemos visto y quedó tan ligado á él, que jamás se atrevióá desatarse, ni aun para la mas venial transgresion que juzgaba siempre semejante al sacrílego crimen de los hijos del sacerdote Helí, Ofni y Finees, que hurtaban á Dios las carnes ya destinadas al sacri= ficio, sacándolas con el tridente (que era un ins= trumento de hierro, dividido en tres garfios) del mismo vaso, en que las habia ya introducido la piedad y la religion. 0 2. Cuando vivia en el siglo y obedecia á su tio sin el vínculo religioso del voto, era su obediencia semejante al sacrificio de los hebreos, del cual to- caba una porcion al sacrificante; pero cuando en la profesion se obligó á obedecer á sus superiores en general y universalísimo rendimiento , pasó el sacrificio á ser holocausto. Así San Gregorió el Pontífice (2): Cuando alguno se determina (dice) ú hacer alguna cosa por Dios, ligado á un voto parti- cular, le ofrece un sacrificio; pero cuando en univer= (T Casian. lib. 9 de Instit. Monach., 2 S. Greg. Homil, 20., in Evang.
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