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Es o flores eran entonces frutos de honor, de gracia y honestidad. No hallaba en la tierra símil propor- cionado y digno para explicar los singulares do- - tes, de que esta virtud se acompaña, y así llevado- hasta la esfera mas superior, llamaba celestiales y angélicas esposas de Cristo aquellas almas, que sabian negarse á la experiencia de los sensuales deleites. Tenia tambien amorosa inclinacion á los corderos, símbolodel inmaculado, que tiene su mas delicioso pasto entre las blancas azucenas y los aca- riciaba, haciéndolos muchos cariños y fiestas: El inocente cordero, que tanta semejanza tiene con el cordero de Dios, era para el varon santo el obje- to de su casta recreacion: consideraba en él la inocencia mas pura y la mansedumbre mas bella. No sin misterio hallándose novicio, le seguia en sus recreaciones aquel corderito, de que hablamos en otro lugar (1), haciendo con el siervo de Dios singulares demostraciones y halagos, que no ha- ¿ — - e $ 3% e E > A Ty E cia con los. demás novicios. 6. De igual aprecio el amor, que tenia el varon santo á la castidad, era el horror que le ocasiona- ba cualquiera torpe voz, que acaso llegase á su oi- do. Cuando se hallaba prelado en algun convento ó provincia, exhortaba con frecuencia á los reli- giosos, que evitasen aun la mas leve sospecha, de que se pudiese argúir injuria ó desazon de esta generosa virtud. Instábales á que se excusasen de familiares conversaciones con mujeres, por mas virtuosas que fuesen: que no se detuviesen sin urgente necesidad en las casas de los seglares, (1) Capit. 2. núm. 9. | 4
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