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ño tidad no puede conservarse sin su especial, é in- mediato influjo. Advirtamos ahora como la vida de nuestro beato Lorenzo desde sus primerasy mas sencillas operaciones haya estado asistida de especiales gracias de Dios, contrarias siempre al obsequio torpe de Vénus y de aquí podremos con- jeturar cuán acendrados hayan sido los esmaltes de su pureza. Y como los vientos y las borrascas dirigen sus mayores y mas violentos impulsos con- tra los mas altos y pomposos cedros del Líbano, la sensualidad con sus movimientos y el demonio con sus impulsos, procuraban derribar al siervo - de Dios, solícito de no perder el lauro, en cuya po- sesion le habia colocado la entereza virginal de su cuerpo, correspondiente á la de su espíritu. Es de una y otra cruel enemigo la mocedad y mas cruel que el mismo demonio; porque pelea con armas, que ni pueden ahuyentarse, ni huirse. Gemia San Ambrosio el inevitable riesgo de aquella edad, di- ciendo (1): Está la mocedad inmediata al peligro, aun en las mismas piedras, porque el maligno ardor de varios deseos inflama y aumenta el quese tiene los pocos años. Conociendo, pues, el varon santo, que esta cruel y contínua lucha pedia superiores ar- - mas, se valia de las de una oracion constante, de un áspero cilicio, de una indispensable abstinen- cia y de otras voluntarias maceraciones, en que quedaba defendido de la interna y externa hosti- lidad, con que procuraba molestarle la impura su- gestion de Asmodeo. ———,. 1)S. Ambr. lib, 1, de Virgin. «

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