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— píritu el de sus súbditos. Y es justo que se ante- pongan al particular fervor los estatutos comunes de la Orden, porque no se destruya con capa de perfeccion y mayor austeridad la caritativa cere- monia. Despues que llegaba á los conventos y ha- biendo cumplido con aquellas urbanidades reli- giosas, se retiraba á su celda, 6 á la iglesia á con- tinuar sus santos ejercicios, ya de la oracion y ya de la mortificacion. Aunque fuese de camino, nunca admitia cama para descanso de sus fatigas: siempre fué su lecho ó la dura tierra, ó las desnu- das tablas. Este método de vida observó el varon santo hasta morir; y aun dicen los procesos, por deposicion de sus compañeros, que en la edad mas avanzada era mas penitente y austero. CAPITULO XIII. Castidad del siervo de Dios. 1. No hay símbolo mas propio de la castidad, que el incorruptible cedro de Líbano. Es el cedro árbol aromático y que nunca pierde el verdor. La voz Libano en lengua hebrea significa candidez, 6 blancura; porque la cumbre de este elevado monte siempre tiene nieves, que la hacen blanca y hermo- sa. La castidad, pues, que se figura en el cedro del monte Líbano, pide una vida superior á la que co- munmente viven los hombres, como lo es la cum- bre de un empinado monte, á la llanura mas pro- funda de un valle y como esta elevacion tiene á la divina gracia muy junto á sí, es cierto, que la cas-

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