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evangélica margarita en la celda particular del beato Lorenzo, cuyas alhajas se reducian á unos pocos libros para el estudio, á dos tablas para el descanso, y á una estampa de nuestra Señora para el afecto. Del hábito cuidaba tan poco, que “mas era decencia que abrigo, mas defensa de la honestidad que adorno del cuerpo. No padecer pe- nuria en nada (solia decir) es vicio contrario a la pobreza que profesamos; y solo atiende á ella, el que se ciñe siempre d lo menos aunque pueda tener lo . mas. 2. No hay cosa que colocada en puesto alto, no quede mas visible, y lo fué en el beato Lorenzo la excelencia de esta virtud, practicada en la cumbre del Generalato, en que le puso la religion. En este superior oficio se hace lícito el uso de al- gunas cosas, sin perjuicio de la pobreza santa, pero recelándole siempre el siervo de Dios, llevó á la ocupacion de prelado todas las limitaciones de súbdito. Cuando en la visita llegaba á los conven- los y los devotos con noticia de su venida le en- viaban regaladas viandas, para que en ellas halla- se algun alivio al trabajo de los viajes, por ningun modo, ni á persuasion alguna queria verlas en su mesa, contento con lo que á él se le ponia fuese de los mas pobres y comunes mantenimientos, y que- joso de que los religiosos hubiesen admitido para su agasajo, lo que no se compadecia con su deseo. Sin embargo atendiendo á la caridad cuando mas cuidaba de la pobreza, mandaba que los manjares de mas regalo, que sin ofender á los bienhechores no podia echar del convento, se repartiesen en- 16

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