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qe A chándole en sus brazos para no dejarle jamás. Pareció haber bebido el espíritu de San Bernar- do (1) de quien es la siguiente declamacion: «Bus- «que el pagano las riquezas, pues que vive sin - «Dios: búsquelas el judío, á quien se prometieron «abundancias de sola tierra. Pero el cristiano «¿cómo podrá sin confusion ni empacho desear «ser rico, despues que Jesucristo predicó, que eran «bienaventurados los pobres?» Temeroso, pues, el beato Lorenzo de que no se le negase la entrada á aquel dichoso reino, que previno á los pobres su maestro Jesucristo, se desnudó de todos los huma- nos deseos, profesando la vida de los menores ca- puchinos. que sigue la pobreza mas alta. Atento á ella, elegia siempre para sus usos, lo que los de- más desechaban. Si alguna vez se ponian en las mesas de los religiosos algunos manjares delicados, se contentaba con mirarlos, y buscaba para su pre- ciso alimento las mas desazonadas yerbas y algu- nos de los pedazos de pan, que habian dejado los religiosos, y se habian de dar á los pobres que llegasen á la portería. Esta misma parsimonia ob- servaba aun comiendo en mesas de grandes seño- res, Cardenales y Obispos, como consta de los “procesos de Villafranca (2), donde se dice, que - - siendo embajador al señor Felipe III, y comiendo con el excelentísimo señor D. Pedro de Toledo, marqués de Villafranca, no comia sino solo yerbas. No menos que en la mesa comun resplandecia esta te (1 S. Bernard. in festivit. omn Sanctorum. 2 Proces, de Villafranca año de 1630, pág. 14. a A al us

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