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E OA servaba enlo mas escondido de su alma, quiso el Señor manifestarlo alguna vez para gloria de su fiel siervo, como hizo celebrando el Santo Sacrifi- cio de la Misa, segun queda dicho en otro lu- gar (1). 4. Y porque la devocion tierna á la gran reina, fué la que ocupó el mas noble altar en el pecho de Lorenzo, despues del que su hijo ocupaba, dejará aquí bien impresos algunos rasgos la pluma, que basten á señalarse en la tabla. No hubo santuario de María célebre en la Europa, á quien nuestro Lorenzo no ofreciese desde su corazon alguna lám- para bien encendida. Visitó el santuario de nues- tra Señora de Montserrat: nuestra Señora del Pilar de Zaragoza: visitó muchas veces la santa casa de Loreto; y renovando en su interior la memoria de aquel altísimo misterio de la Encarnacion del Ver- bo, que se obró en aquel lugar, sentia dulcísimos deliquios. Luego que acabó el oficio de General, pasó en la cuaresma siguiente á la santa casa de Loreto, donde por muchos dias no se apartaba de aquella santa capilla, sino para tomar el corto re- frigerio de un poco de pan y agua, que pedia de li- mosna. Entre los misterios grandes de María San- tísima, era para su devocion el máximo la Anun- ciacion de esta Señora. En este dia profesó en la religion, y fué para el varon santo de singular ve- neracion y culto. Y como el santo rosario es un continuado recuerdo de este soberano misterio, le rezaba con especial ternura. Nunca dejó esla de- (1) Cap. 10. núm. 11.

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