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== Y == su sangre el Redentor del muudo, deshaciendo el siervo de Dios su corazon y su discurso en el cau- dal que dejó preciosamente derramado en cada si- tio. La imágen, pues, de Cristo bien nuestro, era para el beato Lorenzo, como el coro de las ciencias todas: en ella estudiaba, en ella meditaba, y de ella como del mas cierto y divino oráculo, salia ilustrado y encendido. En algunas cuaresmas, ni leia otro libro, ni estudiaba en otro cuaderno lo que habia de predicar; con que subiendo al púlpi- pito desde el recogimiento, predicaba, no con hu- mana, sino con divina y sobrenatural afluencia. Verdad es que el siervo de Dios estaba adornado de una gran memoria, de una ciencia exquisita, de una inteligencia muy clara de las Santas Escritu- ras y de un dón milagroso de lenguas: pero de na- da de esto hacia aprecio, ni se acordaba cuando se hallaba á los piés de Jesucristo. Este era su libro de donde sacaba las inflamadas doctrinas que pre- dicaba. Como Moisés, participaba al pueblo las le- yes y doctrina que habia oido de la boca misma de Dios.en la cumbre del monte, á este modo el varon ilustre instruia á sus auditorios con las verdades y desengaños que percibia en la atenta contempla- cion de aquellas sagradas llagas. Ardia en ella el fuego que dijo David; y no pudiendo tolerar la na- turaleza humana tan cercano trato con la divina, se resolvia en copioso sudor y en abundantes lá- grimas; pero tan bien hallado en este dichoso de- liquio, que era necesario muchas veces que los compañeros le excitasen y dispertasen de aquel “suave y regalado sueño; avisándole de los negocios
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