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di tando en esto á nuestro glorioso Padre San Fran- cisco. IT 7. A los sermones asistia con cuidado tan aten- to, que no solo los retenia fácilmente en la memo- ria, sino que copiaba los afectos y acciones de los predicadores; y saliendo con su hábito de fraileci- to de devocion á buscar oyentes, juntaba algunos muchachos, y poniéndose en un lugar elevado, los repetia con admirable propiedad y viveza, cau- sando tiernos afectos en los oyentes. Estos donai- res de la edad primera, en que descubria tan an- ticipadas luces la razon, se veian con gusto y no sin admiracion: pues, aunque suelen ser en los niños como en el almendro las flores, que por tem- pranas ocasionan alguna vez mas lástimas que en- -vidias, pero son siempre estimables, y dignas de admiracion: ya que ha manifestado la experiencia, que por lo regular son felices pronósticos de virtu- des heróicas. 8. La gravedad séria y juiciosa de estas accio- nes, que en otro niño pasaran solo por gracejo de la niñez, se celebraba con asombro por los raros - efectos que causaban en los oyentes,y eran un dulce atractivo de las voluntades, que ganaba tambien con el poderoso soborno de la hermosura, que era mucha, y una carta de recomendacion con que le. favoreció el autor de la naturaleza, para que hallase su virtud y doctrina el paso franco á los corazones. Era ya tan pública la fama lo de su predicacion, que no solo tenia por oyentes á | 3 los niños, sino tambien á los grandes, y aun los mis- mos padres conventuales le vian con admiracion y

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